martes, 6 de septiembre de 2011

Esa única vez, ese único recuerdo.

Era una tarde algo soleada con las nubes un poco grises, el viento te podía decir secretos cuando te pegaba en la cara, los árboles estaban todos deshilados, desnudos enseñando todo lo que esconden sus hojas, los aves se muestran parados en los alambres de los cables de las calles y los buses numero treinta de por mi casa desprenden ese humo que hacen la ciudad una de las mas contaminadas... Te vi llegar, desde esa puerta del portón rodante el cual acostumbraba verme esperarte a que llegaras. Con tu mirada muy cansada, tu hermoso cuerpo el cual yo te chuleaba siempre y tu olor que roseaba flores en mi mente, tus zapatos cómodos, aquellos que te ponías en el principio al ir al trabajo que Lucian cómodos pero tu misma dijiste que eran muy incómodos. Exhausta llegaste casi durmiendo con tus anécdotas del trafico y enojos un poco tanto premenstruales, caíste rendida en el colchón del 2ndo nivel, aquel que nos vio vivir el único momento descuidado e irresponsable que jamás hayamos tenido en nuestras vidas unas tardes mas adelante, aquel que nos tuvo muchas tardes en su compañía y nos dio su confort, aquel que vivió los primeros besos apasionados y tuvo la dicha de ser babeado en alguno de tus sueños profundos de cansancio, prepare comida creo que eran papas hervidas con queso y perejil con tortillas recalentadas y sopa de frijol, lo recalenté con tantos ánimos y baje corriendo a la cocina a traerte ese fresco de mora que hace mi tía el cual era la primera vez que yo introducía a tu paladar, te lleve la comida a la cama emocionado, tardaste en levantarte pero atendiste muy bien a los 3 bonitas que yo repetí, comiste y me viste con tus ojos grandes y dijiste muchas gracias estaba muy rico y me premiaste con un beso largo y profundo y un abrazo sin fin... Ese abrazo que me hacia inalcanzable, ese abrazo que me protegía de todos los recuerdos malos de mi niñez, ese abrazo que siempre voy a echar de menos cuando tenga frío, ese abrazo de protección ante mi odio a mi mismo, ese abrazo que solo tu me pudiste enseñar el significado verdadero y el placer correcto del tal... ese abrazo...
Te vi irte de nuevo antes de que la noche cayera por completo a tu centro de estudio.... temí, como siempre... me llene de miedo, ese miedo que nunca se me quito al verte partir, ese miedo de perderte en el mundo y ya no volver nunca mas... ese miedo que no tengo palabras para describirlo, ese miedo, ese miedo, ese miedo de saber que esa seria la única vez, el único recuerdo que hoy tenes en tu mente de mi... Esa vez.

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